Pedagogía de la felicidad
María Alixon
Botero Bernal
Licenciada en
Humanidades, lengua Castellana e Inglés.
CECAR. 2019
Reseña bibliográfica de un tema en construcción
Resumen
La pedagogía de la felicidad es una corriente
pedagógica que viene escalando en entornos educativos experimentales y que
busca posicionarse como una estrategia metodológica que reconcilie el deseo de
aprender de los estudiantes con los ambientes educativos. Esta teoría expuesta
y aplicada por el psicólogo Miguel de Zubiría Samper, es una respuesta a la
apatía y a la depresión que produce el sistema educativo en la actualidad.
Palabras
clave: Pedagogía, felicidad, construcción, metodología, pertenencia.
Abstract
The
pedagogy of happiness is a pedagogical current that has been escalating in
experimental educational environments and that seeks to position itself as a
methodological strategy that reconciles the desire of students to learn with
educational environments. This theory, presented and applied by the
psychologist Miguel de Zubiría Samper, is a response to the apathy and
depression produced by the current educational system.
Key
words: Pedagogy, happiness, construction, methodology, belonging.
Tabla de Contenido
I.Introducción
Cuando se parte del ejercicio
de una actividad, la praxis ofrece oportunidades de análisis únicas e
irrepetibles, pero también un sesgo que, de no hacerse una tarea de
investigación y profundización, es posible quedarse en el mundo de las
apariencias y perderse la esencia de las cosas.
La práctica docente deja claro
que el sistema como tal genera muchas frustraciones y desanima al aprendiz,
además de convertirlo en un ser problematizado e infeliz desde muy
temprano. La exigencia con una
metodología alejada de las necesidades actuales y desconocedora de las
influencias externas y las demandas del mundo real, hacen que el estudiante se
desmotive y sienta que no tiene nada que aprender. Sin dejar de lado la presión que los avances
tecnológicos están ejerciendo permanentemente, las pruebas estandarizadas, los
comparativos con la escuela de otros países como el caso finlandés, incrementan
la sensación de incapacidad, tanto sobre el aprendiz como sobre el sistema
educativo, estructura definida y socialmente aceptada.
Estas reflexiones
completamente subjetivas requieren un análisis y una revisión bibliográfica que
las sustente o las coloque en un contexto de discusión. Es por esta razón que se acomete la tarea de
revisar qué elementos pueden contribuir o contradecir la conjetura inicial. Fue
así como se encuentra la obra del psicólogo colombiano Miguel de Zubiría
Samper, que está direccionando su investigación hacia la pedagogía de la felicidad,
afirma por ejemplo (De Zubiría, 2007)” Lo que nos va a llevar hacia lo que
somos nosotros, no es el intelecto sino mucho más los vínculos afectivos”.
Considera el autor, en el mismo trabajo, que el siglo XX se ha dedicado a
emular la inteligencia en contra de la afectividad y que la educación
igualmente se ha enfocado en los contenidos y no en formar personas amables,
dispuestas a servir, generosas y con una inteligencia emocional valiosa para
mejorar la sociedad.
El desarrollo de este trabajo requiere aclarar
conceptos, el doctor De Zubiría define la afectividad como una conquista de hace
280 millones der años, que no es genética, por lo tanto, se debe enseñar, ya
que se asemeja al fuego o a la agricultura. De allí surge la primera pregunta
que orienta este trabajo, ¿a qué felicidad aspiramos, qué felicidad vamos a
enseñar?
El objetivo fundamental de esta reseña es determinar
los conceptos de felicidad, de pedagogía y la metodología que mejor se adapte a
una idea en construcción, la pedagogía de la felicidad.
II. Definición de Felicidad
Aristóteles en la Ética a
Nicómaco, considera en el libro I, que todas las personas buscan un bien común
que para el filósofo es hacia lo que tiende la política, y ese bien superior es
según (Aristóteles,2005)
Tanto la gente común o los hombres cultivados le dan el nombre de
«felicidad» y consideran que «bien vivir» y «bien-estar» es idéntico a «ser
feliz». Pero sobre la felicidad -qué cosa es- ya disputan y la gente no lo
explica de la misma manera que los sabios. En efecto, unos la consideran una de
las cosas visibles y manifiestas, como el placer, la riqueza o el honor; otros,
otra cosa – y a menudo una misma persona la tiene por cosas diferentes: la
salud, cuando está enfermo, y la riqueza cuando es pobre-. Más si son
conscientes de su propia ignorancia admiran a los que dan una explicación
imponente y superior a ellos: algunos pensaban que, además de todos esos bienes,
existe otro por sí mismo, el cual es causa de que todos ellos sean bienes. (p.50)
Para Aristóteles la felicidad
tiene que sortear dos enfoques, ser un fin o un medio o ambas a la vez. Si es un medio se le da un enfoque
utilitarista, el cual fue consolidado teóricamente por Bentham. Si es un fin
entonces la riqueza, o la salud solo son válidas si nos conducen a la
felicidad. El enfoque más adecuado,
según el pensador es el tercero, es medio y fin, es decir la felicidad en si
misma debe ser un fin de vida y todas nuestras acciones nos deben llevar a ese
fin, pero también es el medio, es decir, si no somos felices en el proceso para
llegar al fin, nuestra labor será inútil y vacía. Aristóteles considera como el
profesor De Zubiría que la felicidad sí es necesario enseñarla, porque según
sus escritos el niño es igual al buey que no puede acceder al bien supremo de
la felicidad porque es un ser en formación, “incompleto”, por lo tanto, se debe
formar. El concepto aristotélico más cercano a la pedagogía es la formación
para la virtud, para lo bueno y no para el placer o la acumulación de bienes,
porque “el elogio pertenece al ámbito de la virtud, pues a partir de ésta los
hombres pueden realizar acciones buenas; y los encomios, por su parte, pertenecen
por igual al ámbito de las acciones corporales y anímicas.” (Aristóteles, 2005;
p. 71)
Al imprimirle a la virtud dos
caras, una moral y otra intelectual, la primera surge de la costumbre y la
segunda se enseña mediante actividades. Y
estas actividades son las que exigen templanza y generosidad.
El concepto de Felicidad de
Aristóteles es el más aceptado por Reynaldo Alarcón, un investigador peruano
que diseña una prueba validada para medir la felicidad. Se centra en la definición de Aristóteles,
asegurando que la felicidad es una sensación de bienestar. Según Alarcón (2006, p.101) “Definimos la felicidad como un estado afectivo de
satisfacción plena que experimenta subjetivamente el individuo en posesión de
un bien anhelado”.
La definición no descarta que
en un tiempo histórico y en una cultura determinada, las aspiraciones
colectivas pueden coincidir en desear algún bien o bienes. De acuerdo a Alarcón (2006, p.101) “Estimamos
que esta definición recoge las características sustantivas de la felicidad”. Es
decir, la felicidad tiene un componente subjetivo y es poco probable que
coincida en medio de una sociedad.
La aplicación del test arrojó
el resultado de que hay cuatro dimensiones para determinar la felicidad:
sentido positivo de la vida, satisfacción de la vida, realización personal y
alegría de vivir. (Alarcón, 2006; p. 104). En estas cuatro dimensiones, tiene
un lugar preponderante la pedagogía, ya que el sentido de la vida y la
axiología que lo determina es fruto de una construcción social, pero puede ser
intervenida, al punto de que genere cambios.
En esa misma vía la satisfacción, como resultante de un proceso,
requiere modificaciones sustanciales en el proceso educativo, desligar al
aprendiz de la concepción material de la satisfacción es fundamental dentro de
los lineamientos curriculares de la educación. La realización personal debe ser
el resultado natural del proceso formativo, si el direccionamiento a la
felicidad fuera planteado legítimamente como pedagogía de la felicidad los
estudiantes conseguirían sus metas y tendría como valor agregado la alegría de
vivir, al hacer lo que les gusta. Finalmente, para el psicólogo De Zubiría, (2007;
p.3)” La felicidad es un tipo de bien-estar humano que tiene muy
poco que ver con la riqueza material y que a partir de un salario mínimo las
diferencias no son sensibles en bien-estar subjetivo, porque tiene que ver muy
poco con la educación”.
III.
Pedagogía de la felicidad
La pedagogía de la felicidad,
debe ser por definición una pedagogía centrada en el hombre, desde una óptica
individual, aunque no individualista, enmarcada en el contexto social. Dice Soto, (2017), que en Colombia se cambió
del enfoque católico, al enfoque crítico, dentro de un modelo de principios,
centrado en el estudiante y en la felicidad del ser humano. En este mismo
artículo cita a la filósofa española Adela Cortina que afirma que la ética
además de servir para forjar hábitos, sirve para alcanzar la felicidad y la
justicia. (p.42)
Siendo este el primer escollo,
ya que el área de ética y valores es tratada con minusvalía, no por la ley, MEN
(2015), que la incluye dentro de las asignaturas fundamentales, pero deja
abierta la posibilidad de ajustarla como proyecto educativo junto con la
educación física, situación que aprovechan las directivas para reducirla a una
carga horaria mínima. A pesar de que la Universidad Pedagógica -en el estudio
citado de (Soto,2017) no tiene muy claro su modelo pedagógico es importante
tener en cuenta que la misión del centro de formación es, según, (Soto,2017;
p.56) “la responsabilidad de educar y formar seres humanos distintos entre sí y
con necesidades y problemas sociales muy particulares”. Una obvia respuesta a
las necesidades primarias de los seres humanos es la felicidad, es decir, se
debe propender desde el sistema educativo por alcanzarla y es allí donde se
debe reestructurar la distribución de la jornada escolar, para que la ética
tenga un espacio más representativo.
De acuerdo a Kant, citado por
Soto (2017, p.60), sin sensibilidad el conocimiento es vacío, el mismo autor
afirma que “la naturaleza humana se desarrolle cada vez mejor mediante la
educación y que esta pueda adquirir una forma adecuada para la humanidad. Esto nos abre la perspectiva de un futuro
género humano más feliz”. Pestalozzi no concibe una formación que no sea
amable, delicada y bien dispuesta Igualmente, Savater recomienda “lo primordial
es abrir el apetito cognoscitivo del alumno, no agobiarlo ni impresionarlo...
Pero sobre todo el profesor tiene que fomentar las pasiones intelectuales” (Soto,
2017; p.62)
En esta dirección el psicólogo
De Zubiría orienta su propuesta, debe haber una reforma curricular. Asegura que se deberían eliminar quince áreas
desarticuladas por “aprehender a pensar, comunicarse y convivir” (De Zubiría,
2017). Aunque las dos primeras competencias son cognitivas y comunicacionales,
sigue siendo el centro de su propuesta la afectividad, “Necesitamos individuos
más éticos, sensibles e integrales, y eso sólo lo resolveremos si entendemos que
el trabajo en la dimensión ética, valorativa y ciudadana es una responsabilidad
de todos los docentes” (p.2)
De acuerdo al profesor chileno
Eligio Salamanca ganador del concurso Global Teacher Prize 2016, considerado
como el Nobel de la educación, a la pregunta ¿Qué es para ti la calidad de la
educación?, respondió, “Es aquella capaz de entrenar a una persona para que
pueda dominar su futuro, para ser feliz y para hacer feliz a los demás”
Es innegable que en el
continente se viene gestando un movimiento de psicología positiva, que se
enfoca según De Zubiría (2007) en entender que hace feliz a un ser humano,
porque la psicología como la educación han centrados sus esfuerzos en las
psicopatías o en las dificultades de aprendizaje y comportamentales, pero no en
el bienestar de los estudiantes. Es a partir de este principio que se debe
orientar una nueva visión de la educación y del sistema educativo. La educación se debe centrar en el
estudiante, pero no como generador de contenidos o aprendizajes cognitivos,
sino como posibilitador de su propia felicidad. No en vano universidades como
la Harvard ha iniciado una cátedra de la felicidad desde el año 2.006 con 22 cátedras y 75
minutos, ha contado con 1.400 estudiantes, según el Portal Sentir Positivo y la
idea se ha extendido a la universidad de Yale y 200 universidades más. En
Colombia la universidad de La Sabana, en Medellín, EAFIT entre otras.
IV.Conclusión
Se debe repensar la pedagogía que orienta el ejercicio
docente, ya que se sigue formando estudiantes donde prima el aspecto cognitivo
y el modelo heteroestructurante, dejando vacío, angustia, apatía e incluso
llevando a la deserción escolar. Ya que
la educación impartida no propende porque los aprendices sean felices y
aprendan a volver significativa su vida, acogiéndose a un modelo
autoestructurante, donde los afectos, la convivencia, el ser feliz sea
fundamental, resignificando la felicidad como el bienestar consigo mismo y con
el entorno. Si acogemos este modelo
podemos mejorar las relaciones sociales y centrarnos en las necesidades del
hombre del siglo XXI y sacar a la educación de la retaguardia en que se escuda
y darle el rol que socialmente debe tener. Ser la vanguardia de las apuestas y
necesidades que tiene la sociedad futura.
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