Estado Mortal
María Alixon Botero Bernal
Julia era una mujer de mediana edad, una persona
reservada y un poco aislada del grupo. Cuando la tecnología llegó con tanta
furia a todos los lugares, ella parecía el único ser humano en el planeta que
no se interesaba por aprender a manejar ningún artilugio, ni ninguna terminal
de internet. Su desinterés se podía entender como grosería o mal humor. Cuando
sus colegas le insinuaban que no debía quedarse rezagada, ella contestaba que
eso no servía para nada.
Pero como el tiempo nada perdona, llegó el momento en
que se vio obligada a usar las redes sociales y el WhatsApp. Frente a esta
plataforma, las cosas fueron un poco diferentes, ya que cada día estaba más
enrolada y parecía ser una necesidad permanente revisar los estados de sus
amistades. Pero aún más curiosa fue la costumbre que adquirió de compartirlas.
La primera foto que publicó, fue la de un compañero de
trabajo, Tobías. Un elegante joven que había llegado a la empresa como
practicante, pero que por su buen desempeño pudo quedarse de planta, la verdad
no llevaba mucho tiempo en la compañía cuando Julia lo conoció y lo ingreso a
su lista de contactos. De ahí a publicar su foto no pasó mucho tiempo.
Tobías le hizo el reclamo y ella como siempre contestó
de mala manera, sin dar explicaciones y con evasivas. En la semana que siguió el hombre sufrió un aparatoso
accidente y de ahí a la tumba no pasó mucho tiempo.
Inicialmente y ante las lamentaciones de sus
compañeros, se pensó que era algo desafortunado. Pasaron los meses y la
costumbre de Julia era cada vez más reiterada, ya nadie se asombraba de ver su
imagen compartida en los estados gracias a la cuenta de WhatsApp de Julia,
hasta que empezaron a relacionar los hechos funestos de decesos, con esta costumbre
extraña. Todos los referenciados por la mujer morían de manera misteriosa.
Desde que se expandió la noticia, Julia fue bloqueada con terror por parte de
todos sus contactos.
Ella arremetió cambiando su perfil y volviéndose cada
vez más cautelosa, pero a la vez más seductora para encontrar la manera de
robar la imagen de nuevos contactos y de nuevos personajes, para alimentar su muy
extraña adicción de compartir fotografías. Las muertes continuaron, pero la capacidad
de Julia de camuflarse y de convertirse cada vez en un nuevo contacto la hicieron
casi invisible. Le permitieron refugiarse en una falsa identidad que
significaba la muerte segura de muchos de sus referenciados.
El estado se convirtió en un arma mortal, en la señal
que identificaba a la víctima y quién sabe si al victimario. Julia aún está tratando
de captar la atención de incautos. Te
sugiero fijarte muy bien a quien salidas en tu WhatsApp y a quien le dejas
entrar a tu identidad, puede ser que tu estado se convierta en un estado
mortal.